Antiguo lavadero
A mediados del siglo XIX se acomete en la mayoría de los pueblos la construcción de lavaderos públicos, que representaron un alivio para las mujeres, que se encargaban de esta tarea. En los lavaderos más antiguos, las mujeres lavaban de rodillas, pero con el tiempo se construyeron de forma que se pudiese lavar de pie.
Se localizaban en la parte más baja del pueblo, en lugares donde existen corrientes permanentes de agua, de donde se abastecían.
Los lavaderos estaban construidos de piedra, lo que los hacía muy resistentes. Solían tener uno o dos estanques, para enjabonar y aclarar, a dos niveles distintos “para que sus aguas no se viesen”, que estaban rodeados por la piedra de lavar, inclinada y con hendiduras que facilitaban el restregado de la ropa. El jabón utilizado se hacía en casa con sosa y grasa, normalmente de cerdo, que sobraba de la matanza. Muchas veces, después de enjabonar la ropa, la tendían al sol para que blanquease.
Algunos estaban al aire, pero otros llegaron a techarse e incluso cerrarse con paredes.
Aunque su función directa era ser una estructura donde ir a lavar la ropa, se convirtieron en puntos de encuentro y de tertulia para las mujeres del pueblo, que se reunían al menos un par de veces por semana.
Así, los lavaderos cumplían una importante función social, las mujeres allí reunidas cantaban, contaban historias y se ponían al día de los sucesos de la vida cotidiana del pueblo: bodas, noviazgos, embarazos, cotilleos,…
Aquí nacieron expresiones como “lavar los trapos sucios” (contar intimidades de otras personas); “los trapos sucios se lavan en casa” (resolver los problemas en la intimidad del ámbito familiar); o “haber ropa tendida” (advertir de no tratar un tema en ese momento porque hay personas que no deben escucharlo).
Citando a Saramago “las conversaciones de las mujeres mueven el mundo” por lo que se puede afirmar que los lavaderos fueron verdaderos centros de socialización del mundo rural, pero no nos engañemos, no era un lugar lúdico, todo lo contrario, formaba parte de la dura vida de nuestras abuelas
En la actualidad, los lavaderos suponen un modo de vida tradicional desconocido para las nuevas generaciones y es tarea de todos conservarlo para que las generaciones venideras puedan comprender y apreciar la forma de vida de sus antepasados.
El de Jaraba era un lavadero abierto, sin paredes, que se abastecía de aguas termales procedentes de los manantiales de la localidad, que ayudaban a mejorar la tarea del lavado de ropa, con su temperatura. Está compuesto por dos pilas rodeadas de piedra de lavar, en una de ellas se echaba la ropa sucia y se lavaba, y en la otra, donde entraba el agua limpia se aclaraba. Podemos ver en él un mural pintado que nos dice como era su uso.
- Pueblo: Jaraba
- Agua: Sin Especificar
- Naturaleza: Sin especificar
- Cultura: Sin especificar
- Dormir: Sin especificar
- Comer: Sin especificar
- Comprar: Sin especificar
- Moverse: Sin especificar
- Ocio: Sin Especificar
- Qué hacer: Sin especificar
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